sábado, 23 de julio de 2016

PLATICANDO CON MI NIETO

-¿Abuelo, por qué las plantas se doblan y se secan?
-Porque las flores, como nosotros, tenemos una misión y, una vez cumplida, doblan su espalda para abrazar a la tierra.
-¿Y se mueren?
-Sí, tal como nosotros.
-Me parece triste, abuelo.
-Puede serlo. Sin embargo, en otras culturas la gente canta y se alegra ante la despedida de una persona, aunque creo que los familiares cercano deben sufrir su pérdida. Acá, nosotros, tenemos mucho miedo a la muerte.
-Y entonces ¿para qué nace tanta gente?
-Por favor, me metes en un lío. Me haces una pregunta que tiene muchas respuestas. Los seres humanos nacemos para ser felices aquí y donde vivimos. Pero no somos felices todo el tiempo porque, entre otras cuestiones, hemos desordenado nuestra convivencia.
-A ver, abuelo, eso no lo entiendo.
-Puedo decirte que, siendo tú un niño, no tienes porqué darte cuenta que existen desigualdades que favorecen a unos y perjudican a millones. 
-Sigo sin entender, abuelo.
-No te preocupes. Vas a seguir estudiando y creciendo y de a poco vas a ir entendiendo. Es muy probable que tú puedas ayudar, por ejemplo, a que sea menor la desigualdad entre los que tienen demasiado y los que no tienen casi nada. Nuestras familias han hecho grandes esfuerzos para que estudies en un buen colegio, pero otros niños no van a una escuela sino trabajan juntos con sus papás. Y será muy difícil que logren asistir a una universidad o a otro centro de estudios.
-Entonces, ¿cómo pueden ser felices las personas?
-Bueno, es algo difícil de decir y también de serlo. Según mi experiencia, para mí la felicidad fue cuando nuestros hijos nacieron y crecieron, que son tu mamá y tus tíos, o cuando amo y me siento amado por tu abuela, cuando pienso en ti y puedo estar contigo. Creo que te has dado cuenta que he estado en muchas instituciones y lugares donde he cumplido con trabajos solidarios, que me han dando muchos momentos felices aunque también muchas preocupaciones. La felicidad es como una forma de vida que se adopta agradeciendo lo que eres y lo que tienes, o que se puede rechazar sin darse cuenta.
-¿Es como decir hoy seré feliz?
-Sí, pero no es tan fácil. No es un acto de magia. Es la vida y la vida no es un chispazo; es crecimiento, un aprendizaje que no termina.




-¿Sabes abuelo? El niño que me molestaba todos los días ahora ya no me fastidia. La semana pasada me retó a una pelea cerca de la plaza del colegio. Yo acepté y le gané. Le pasé mi pañuelo porque sangraba por sus narices. Ayer, cuando me retiraba, me alcanzó, nos miramos y nos abrazamos. Ahora somos amigos.

-¿Te das cuenta? No siempre hay que pelear. Ojalá que nunca. Pero hay situaciones difíciles o dolorosas que cuando las superas provocan satisfacciones y dicha.
-¿Por qué me miras, abuelo?
-Porque es maravilloso ver cuánto has crecido y poder conversar contigo de estas cosas que nunca pensé que sería tan pronto.
-He pasado un lindo fin de semana contigo, con mi abuela y con las perritas Kiki y la Isa.


Autor: Vicente Corrotea

Fotografía de la familia: Renato y yo.