viernes, 28 de octubre de 2016

AHORA Y EN LA HORA

Alguna vez he reconocido que la muerte, mi muerte, no me gusta pero tampoco me espanta. Si llegase la prefiero instantánea, es decir, amigable, rotunda. Porque la muerte no es para mí el fin ni el comienzo. Es tan natural como el resfrío, claro está con el dramatismo de la familia que debe ocuparse de los trámites del sepelio, aunque ahora queda todo encaminado con dos llamadas telefónicas, si estoy al día con el pago del parque donde me depositarán definitivamente. Entonces podré gozar del silencio total y tan tranquilo como en ninguna parte. No tendré que levantarme temprano o hacer turnos de noche ni correr para alcanzar el bus, ni limpiar el jardín ni conversar con las plantas, ni lavar mi ropa la que yo y solamente yo plancho y doblo y guardo quedando todo perfecto pues soy nativo de Virgo y soy Caballo en el zodiaco chino. ¡Una condena! Y si creen que estoy chiflado porque hablo con las plantas también lo hago con la Kiki cuando salimos a caminar. 

Allí, en la oscuridad absoluta, estoy seguro que todo aquello que me obligaron a creer y todo aquello que fui aprendiendo por mi cuenta durante mi vida, estará muy lejos de lo que pueda descubrir en el subsuelo oscuro como una catedral cerrada y de noche.


¿Por qué escribo sobre la muerte? Es que al final de octubre se celebra Halloween en muchas partes del mundo, principalmente por el ímpetu mercantilista. Aunque esta fiesta tiene una referencia a los santos guarda, no obstante, una conexión con los espíritus, sean buenos o malos, siendo su significado práctico la cercanía entre estos dos mundos aparentemente antagónicos, es decir, entre los vivos y los que vagan como espíritus en las sombras.


Para terminar -mientras la gente compra disfraces para el Halloveen  y los niños esperan sus dulces- quiero decirte que acepto caminar apurado al trabajo u olvidar esa idea que se me ocurrió en el Metro pues no pude anotarla en mi libreta por los empellones y apreturas; Acepto también haber perdido mi vislumbre de originalidad que en verdad nunca he tenido. Pero me niego abandonar mi deseo favorito, y es morirme leyendo un libro en el patio de mi casa. Ojalá se cumpla.

Autor: Vicente Corrotea
Imagen tomada de la colección de Google


12 comentarios:

  1. Completamente de acurdo contigo, Vicente, esta es la mejor manera de vivir felices y de morir tranquilos cuando legue el momento... si el de arriba lo quiere,

    Un abrazo.

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  2. Magnífico diserto, Vicente. Has escogido las mejores palabras para decir lo que pensamos la mayoría. Al menos los que ya tenemos unos añitos.

    Un abrazo para ti y los tuyos.

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    1. También me agrada leerte, Montse. Tengo mucho trabajo y mi ordenador porfiado por lo que escribo mucho menos. Ya pasará.
      Abrazos.

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  3. Vivir, morir, todo a su tiempo y espacio. No deseo la muerte como tú pero creo ya estar lista para cuando EL lo decida mientras estemos...vivamos. Un abrazo.

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    1. Nacemos para vivir felices. Esperemos que la muerte llegue sola. Abrazos.

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  4. Hola Vicente...me gusta la reflexión que haces sobre la MUERTE...ojalá nos pille de improviso y sea un trayeto rápido.
    Aunque es un paso que tenemos que hacer tod@s, impone respeto.
    Cúidate mucho, querido amigo
    Un abrazo
    Leonor

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    1. Qué lindo verte por mi blog. En realidad me ha costado saber cómo estás. Ojalá que muy bien. Gracias por tu visita.

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  5. Agradezco tu comentario. Visito con gusto tu espacio para corresponder como se debe y me encuentro un texto vivo que habla de muerte pero que también habla de que no hay miedo, sino sentido de realidad y eso me induce a invitarte a que sigamos comentando y aprendiendo. Hermosa muerte la que te deseas. Puedo compartirla contigo. Un abrazo

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    1. En realidad, Antonio, aunque no es bueno explicitarlo, mi mujer, yo y el ordenador estamos algo agotados, por lo que pierdo a veces mi continuidad en este fascinante mundo de las personas que empleamos el blog. Abrazos.

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  6. Cada quien se muere a su hora , como dice la sabiduría...
    y es de esperar que uno se vaya con ese sentimiento de la mayoría d e las tareas cumplidas en la vida que nos fue donada...

    y el que cree, sabe que esto es brisa ligera...
    abrazo.

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    1. Es algo que mucho aprecio que desde las frescas tierras sureñas visites Santiago con 30 y más grados de calor. Es una forma de decir que estoy contento por haber llegado a mi blog con tu comentario. Abrazos.

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Agradezco sinceramente tu comentario.