martes, 16 de febrero de 2021

SER VIEJO

Esto lo escuché de un señor de 105 años.

"¿Quiere saber desde cuándo seré un viejo?
Desde el momento en que deje de ser curioso"

Esta historia es real como otras. La persona que menciono me contó un suceso sencillo en un paseo -que solía hacer todos los días- y que yo he resumido en esas dos frases. Escuchó a una pareja de ancianos en que ella invitaba a su marido a continuar  caminando y mirar la gente que pasaba. El se opuso diciéndole que conocía todo lo que veía de lo cual estaba ya aburrido.

Ella le replicó que los escolares aunque fueran a veces ruidosos y faltos de respeto a ella le gustaba mirarlos porque le recordaban a sus hijos en esa edad, que observaba los bancos en que descansaban a menudo, al césped que de tanto ser pisado terminaba dejando que la tierra fuera torturada por el sol, que le gustaba bajar a la estación del Metro porque era fresca y la gente siempre iba y regresaba y descubría, viendo sus rostros, su carga de preocupaciones o la alegría de volver a casa. El hombre la encaró diciendo a su mujer que era una curiosa sin remedio. Ella, enfadada, respondió: "Es cierto, soy curiosa y me gusta observar todo, pero tú te has convertido en un viejo".

Vicente Corrotea

miércoles, 10 de febrero de 2021

EL AVION

 Hace unas semanas me sentí atacado por una avión aunque no sabía si tenía intención de dañarme o no. Pasó rosando una oreja. Bueno, sí, estoy exagerando. La verdad es que estábamos en la etapa uno de nuestro encierro por la pandemia que respetamos rigurosamente y, de acuerdo con mi señora, salí de compras. La tarde estaba tranquila y de pocos peatones. Sentí por mis piernas lo mismo que cuando niño, una especie de cosquilleo que me impulsaba a realizar algo en la calle, en este caso recoger el avión de papel. Fue entonces que recordé la enseñanza de mi madre a no recoger ningún papel tirado en el suelo, pero también tuve un grato recuerdo de haber sido feliz jugando a los aviones de papel que volaban cada vez más lejos a un escurridizo aeropuerto. Me detuve un rato para mirar hacia los edificios y hacia el cielo del atardecer, pero no se avizoraba ningún hangar de donde hubiese partido el avión, y lo recogí del suelo. En su vientre marcado por la geometría del pliegue del papel se podía ver una letra S que podría ser un mensaje y lo era. Decía "Soy Mario. Llámame al +56 9... Lo primero que pensé en que era una broma. Mientras regresaba iba tratando, sin embargo, de saber cómo sería Mario. Lo primero que se ocurrió es que era un solitario en busca de compañía y tal vez de compasión, tendría una buena licorera y preparaba buenos emparedados. También podría ser una persona no confiable hasta peligrosa. Al final apuré el paso para conversar con mi mujer sobre el asunto.



"Parece que te encontraste con un amigo" me dijo al llegar. "No todavía" fue mi respuesta. Le conté mi pequeña historia. "Tú eres de buen trato y sabrás reconocer de quien se trata escuchándolo", lo que encontré razonable y lo llamé. "Mario, encontré tu número telefónico en un papel volador" Nos saludamos y expusimos algo de nuestras identidades. Aclaró que estaba algo avergonzado por la ocurrencia pero que el encierro lo había motivado. Nos dijimos a qué nos dedicábamos, nos dimos nuestras direcciones y fijamos una fecha para visitarnos. 

Llegué a su departamento con un libro de regalo. Era un lugar acogedor, muy cómodo y lucía tener todo lo necesario y no más. Ellos eran Mario y esposa y dos hijos jóvenes, ella y él. Fue una cena muy agradable y compartida. Evitamos algunos temas en la conversación pero de nuestras razones expuestas asomaba la ubicación de nuestras ideas. Se rio aseverando de que nunca había tenido la idea de lanzar un avión de papel al aire y menos con una invitación. Al cabo de una hora ya nos sentíamos amigos de confianza y decoro. Nos paramos para mi retiro afirmando que había entrado aire fresco a su casa por lo que se sentía muy contento. 

Nos escuchamos seguido por teléfono. Para dentro de dos semanas quedó propuesto el segundo encuentro en nuestra casa. 

Vicente Corrotea