sábado, 30 de septiembre de 2017

¡VAMOS, AMIGOS!

¿Qué te pasa, amigo? ¿Ya no llevas el ritmo de antes?
¿Te interesan menos las fiestas y no compartes con los amigos platicando de los otros, de los que siguen casados, 
de los que tomaron otro camino, del que anda de viaje por ahí, de la que canta en su iglesia y se pregunta porqué no lo hizo antes? Algunos ya no están. Eso pasa en la edad que llevamos y nos ponemos triste. ¿Abrazaste a su esposa que te recibía orgullosa porque eras el mejor amigo de su marido y le visitabas contento después del partido? ¿Fuiste a despedirlo al camposanto? 

¡Por favor, no le eches la culpa a los años que hemos vividos! ¡Hemos firmado un contrato con la vida!. Cierto, estos son más años pero también otros años. Miramos y palpamos de otra manera, podemos decir cosas que antes no nos atrevíamos. ¿Acaso no sabes porqué te prefiere tu nieto ni de dónde sacas las historias que le cuentas? ¿Tampoco acompañas a tu esposa a cerrar los ojos para recordar ese tiempo de novios que se ha ido como el color de las viejas fotografías que se visten en ese tono sepia de penas gastadas?. 

¡Vamos! Dime de una vez: ¿Qué nos pasa, amigo?

Te das excusas para no probar las empanadas de queso ni las sopaipillas. El otro día no comiste del asado familiar.

Claro que hay que cuidarse. El problema, camarada, es que buscas razones para vivir con un dejo de tristeza y te sientes culposo porque los años no te dieron la cuota suficiente -tú lo crees- de felicidad o de mayor acopio de comodidades hogareñas, sin tiempo para descansar, leer y escribir. ¡No nos damos tiempo para reír a carcajadas ni echar al carajo eso que creímos sagrado! Si hay Dios quiere que seamos también -mujeres y hombres- mayores por dentro y fuera; Que no le tengamos miedo a la muerte ni mucho menos a la vida.




Oye, también tú, amiga: ¡Tenemos que volver a gozar de nuevo! ¿Dónde quedó la magia del abrazo o del consejo que nos dabas mirándonos a los ojos?. ¿Recuerdas cómo bailabas? Nunca te extralimitarte pero nos moríamos de la risa con tus improvisaciones, con tu manera de apreciar la vida y los amigos. ¿Ahora, te ríes o lloras emocionada al saber que tus hijos trabajan lejos y que a tus nietos sólo los ves creciendo a través de tu ordenador?

¡Vamos, amigos! El tiempo vital es de un sólo un día; Ayer y mañana no existen. Sólo existe hoy para gozarlo. Lo sé: lo dice todo el mundo, pero no se desentiendan.

Amiga, amigo, hagamos un trato: Creamos de verdad que se puede asentar las bases de relaciones para hacer un mundo mejor; Lo que hace falta es coraje y decisión y lo podemos obtener pues tenemos sabiduría y buen humor. ¿O no? De a poco. Empecemos botando al papelero ese listado donde hemos incluído a los vecinos pesados. No existe. Ojalá saludemos a todos y todas en nuestro barrio. En mi país los niños y jóvenes, sin los prejuicios que tenemos, tratan de tío (que no es tipo o individuo) a los amigos de sus padres, como incorporándonos a su grupo familiar. 

Sigamos con el trato: Ayudémonos con buena onda, con verdadera alegría, hablemos de medicamentos sólo cuando sea necesario en nuestro entorno. Ah, y desarrollemos más ganas para comentar las entradas de las amigas y amigos de los blogs a los cuales debemos reciprocidad. Acuérdate que también de los comentarios y su respuesta viven las letras y el corazón de los blogueros.

Para terminar he querido incorporar un trozo del libro que se señala más abajo. 

"Tenemos que reaprender lo que es gozar. Estamos tan desorientados que creemos que gozar es ir de compras. Un lujo verdadero es un encuentro humano, un momento de silencio ante la creación, el gozo ante una obra de arte o de un trabajo bien hecho. Gozos verdaderos son los que embargan el alma y nos predisponen al amor".





                                                                                  Ernesto Sábato
                                                                                  La Resistencia
http://haciaunavejezdigna.blogspot.cl
Este blog expone en forma científica
el tema de mi entrada.

Autor: Vicente Corrotea

viernes, 22 de septiembre de 2017

NATALICIO

Desde hace años realizo con honestidad y diría con valentía, una caminata por mi interior, y no ha sido fácil. Se ha tornado lenta a veces pero también dichosa y venturosa. He tenido que modificar varias veces su ruta y mis metas, y restarle a mi mochila algunas pertenencias, ya no tan importantes como antes, para avanzar más raudo. No es una labor para autoflagelarme ni especular ni mucho menos. Es algo así como subirme a un monte y observar cómo ha sido mi camino y cómo mejorarlo.




Ahora, cumplido los 75, suelo aplicar mi experiencia y mi porción de sabiduría, sintiendo que mi marcha se encuentra en la mitad del camino. Es lo que creo o bien es lo que quiero creer.

Algunos de mis amigos y amigas dicen de varias maneras que están regresando. Es decir, que llegado a un punto en el camino se detienen para buscar una vida más tranquila, sin problemas, sin bulla, en la calidez de su familia, se ven con una sensación de languidez, lo cual puede ser normal. Pero aquéllo es como un apronte muy adelantado a ese otro estado que ofrece el último trance de la vida. Es una opción que merece todo mi respeto. Pero no la elijo. Tampoco me resto una cantidad de años a los tengo -como lo hacen no pocos- pues aunque me sienta más joven que otros, prefiero pensar simplemente que tengo mis 75 bien puestos, que tengo sueños y que realizo trabajos nuevos, siendo algunos pequeños, que camino dos o cuatro kilómetros, que hago elongaciones. Poseo la capacidad de escuchar a personas que tienen ganas de comunicarse y que las escuchen con atención en el río de gente del Metro o en otros lugares. Simple pero siempre que la realizo la considero una intervención delicada. Pero, en fin, no soy ni más ni menos que otros muchos pero con ganas de contribuir a que este pequeño mundo sea un poco mejor. 

Esta es una sencilla reflexión que me ha ocurrido en la víspera del día de mi cumpleaños. Nunca pensé llegar a vivir tal cantidad de años los que agradezco a dios, a la vida, como también a Lucía, mi mujer y compañera en este sendero. Desde luego extiendo mi gratitud a cada uno, a cada una de ustedes pues he sentido una valiosa alianza su compañía y afecto.

Termino contando que mi madre me enseñó esta oración de nuestra Gabriela Mistral. Creo que viene al caso para cualquier persona de buena voluntad.

                              
Himno Cotidiano

En este nuevo día 
que me concedes, ¡Oh Señor!,
dame mi parte de alegría
y haz que consiga ser mejor.

Dame Tú el don de la salud,
la fe, el ardor, la intrepidez,
séquito de la juventud;
Y la cosecha de verdad,
la reflexión, la sensatez,
séquito de la ancianidad.

Dicho yo si, al final del día
un odio menos llevo en mí,
si una luz más mis pasos guía
y si un error más yo extinguí.

Y si por la rudeza mía
nadie sus lágrimas vertió,
y si alguien tuvo la alegría
que mi ternura le ofreció.

Y que, por fin, mi siglo engreído,
en su grandeza material,
no me deslumbre hasta el olvido
de que soy barro y soy mortal.



La puedes encontrar completa la oración en
http://extractodelibros.blogspot.cl/2013/12/el-himno-cotidiano-gabriela-mistral.html

Vicente Corrotea

viernes, 15 de septiembre de 2017

NO LLEGO

Jugaba todas las tardes en el parque. Era feliz y por cierto también lo era su abuelo. Su risa infantil se esparcía como notas musicales que vibraban en el alma de grandes y chicos.


Pero no van a llegar. Hoy no y mañana tampoco.

Su abuelo, que anda cerca de los 90, sostenía su vida y sus ganas de vivir sobre esa varita suave que era su nieto -en realidad su bisnieto- y pláticas sobre estrellas, ríos, manzanas, lombrices y plantas conectaban a esos dos seres. Andresito, de cinco años, ha preguntado por su abuelo. "Tiene un dolor en su corazón y debe descansar para que sane". 

En el parque hay otro solitario: El columpio, ese que el abuelo reparó para su nieto. "¿Entonces, quién me va a hablar del sol del verano que acaricia las uvas o de la lluvia del invierno?". Su mundo se ha vuelto irreal. El tiempo "no anda como antes". Ayer hizo un dibujo de su abuelo "para que se mejore". No sabe cómo estar en este invierno pues es diferente a los anteriores.

Cierto, ha sido el más helado en muchos años.



Vicente Corrotea