martes, 28 de noviembre de 2017

SI RENUNCIO (2007)

Si renuncio a los recuerdos de trenes de mi infancia
y a la añoranza de la vieja estación convocante;
Si por capricho rechazo el aroma de jazmines, manzanos
y de la fresca madrugada del verano;
Si reniego de la vida porque el tejido
hecho de sosiego y tiempo me fuera censurado;
Si desprecio mi nobleza y mis sueños en una peregrina noche
y grito en la plaza "no creo en nada, hagan lo que quieran"
y con un golpe de arrogancia destruyo
mis poemas sólo porque son menores;  
Si pinto mis rencores en los muros ciudadanos
y al silencio vespertino colmo de miedos y lamentos   
olvidando agradecer el fruto de la jornada conseguido  
y volviendo hacer las preces sospecho que Dios nunca ha existido; 
Si sólo pensara abandonar mi lar de 400 metros cuadrados
para reanimar mis huesos largos y mi angosto discernimiento en puertos lejanos arrimados al calor de historias de amores y de muertes.
     

Y si vuelvo a imponer preceptos al amor, a los afectos
y a la agitación de la existencia
sin dudas el mundo continuará su necesario lance.

Pero acá, en esta esquina del planeta, 
quedaría demostrado que soy un grandísimo estúpido.

Vicente Corrotea

lunes, 20 de noviembre de 2017

PLATICA CON LA MUERTE

Sé que andas cerca 
aunque no escuche tus pasos.
Te presiento observándome,
dejando sabulosas huellas, 
inventando una sombra, persuadiéndome.
Pero yo sé, y tú también lo sabes, 
que éste no es tu tiempo
de levantar la guadaña
ni el mío de retirarme o rendirme,
querida muerte.

Aunque sienta tus delgados dedos
sobre mi dorso
o aprietes con tus tenazas mis rodillas,
bebo aún en la copa cárdena de la esperanza 
en compañía de amigos y amigas
pues aún vivo para celebrar compartiendo
mi dicha y mis defectos.
O permanezco solo en el sosiego de mi cuarto
con mis libros de pie, 
aguardando que los lea o los eche andar de mano en mano,
con mi ordenador a la espera
de una caricia por sus teclas,
sin que alguien tañe campana alguna
anunciando la postrera noche.










Aléjate de mi arroyo que baja imponiendo su rúbrica
entre peñas y viñas.
Aléjate de mi otoño
y de mis brazos ungidos para rodear agradecido
mientras camino por viejos y nuevos senderos.
Y sin disfraces, durante mis jornadas o mis holganzas,
comparto mis frutos madurados.

Vicente Corrotea

domingo, 12 de noviembre de 2017

DIEZ ANHELOS EN FAVOR DE LOS MAYORES

1.- Los mayores gozarán de entrada gratuita a cines, obras de teatro, museos, bibliotecas, centros deportivos y otros.

2.- Podrán asistir a universidades para mayores o a otras que prefieran.

3.- Los mayores dispondrán de su propia bicicleta que deberán usar todos los días por media hora como mínimo.

4.- Los mayores contarán con su propio cuarto independiente, con su equipo ordenador (con el compromiso de crear un blog y comunicarse con sus antiguos compañeros y establecer nuevas amistades). Además, contará con baño y una biblioteca y tendrá vista agradable hacia afuera.

5.- Los mayores pueden acompañar a los nietos al colegio pero no están obligados a realizar trabajos domésticos ni las compras del supermercado, si no lo desean, pues los más adultos necesitan recrear su vida y su tiempo. Podrán jugar con sus nietos y salir con ellos, pues eso los hace felices, pero cuidando que no se convierta una carga.


6.- Los hijos y los nietos están obligados a preguntarles cada día cómo se encuentran y ayudarlos a ocuparse de sus visitas médicas y reposos

7.- Deben concederles, si lo solicitan, integrarse en grupos de convivencia, de ayuda, de aprendizaje u otros.

8.- Deben permitirles, si lo desean, ocuparse en arreglos del jardín de su casa y, mejor, de alguna huerta.

9.- Permitirles también empezar o continuar con su trabajo remunerado, si lo desean, si tal actividad le da seguridad y mayor significado a la vida, al sentirse útiles laborando y recibiendo una entrada mensual.

10.- Debemos saber que los mayores pudiesen perder algo de su condición física y mental, pero la madre naturaleza les entrega en cambio capacidades nuevas y perfecciona las antiguas. Siguen amando y apreciando mejor el mundo y las personas, especialmente a sus nietos aunque ellos estén muy lejos de sus abuelos.

Vicente Corrotea


lunes, 6 de noviembre de 2017

EL CARTERO (2011)

Siendo adolescente tuve una noviecita cuyos padres y ella -después de unos años- volvieron a su país. Durante mucho tiempo nuestras cartas iban y venían cada semana con lo cual mi tiempo no tenía la medida que tenían los demás. En aquella época, en mi pueblo, todos se conocían y saludaban. Podría haber afirmado que todas las personas eran importantes pues cada una realizaba una misión que le distinguía, como el cartero que en su vieja bicicleta repartía las cartas y algunas venían desde muy lejos. "Ha llegado carta", decía en la puerta asignada y parecía feliz de ser mensajero y traernos augurios de alguna divinidad. La diosa que velada por la frecuencia semanal de la correspondencia debió haber tenido largas jornadas de trabajo pues, con los meses, se fue espaciando más y más, hasta que sólo en los cumpleaños nos enviábamos un saludo que ameritaba una respuesta. Para entonces escribíamos de nosotros pero no desde el corazón sino de nuestros estudios y proyectos, pero seguía siendo el mejor obsequio que todavía me alborozaba aunque llegara sin perfume.












Vivo desde los 21 años en Santiago. El cambio fue súbito y violento. Puedo señalar que el cartero donde vivo tira las cartas, no le importa nuestro saludo y pasa rápido en su moderna bicicleta bien equipada y porta una polera con un logotipo que dice "Correos Chile". No entrega cartas de amores, de buena salud o de aviso de alguna herencia. No. Es sólo un invasor que nos trae sobres iguales conteniendo boletas de consumo de ésto y de aquello, y algunas de bancos a los que nunca he pisado sus oficinas y que me ofrecen dinero a 48 meses plazo. ¡Qué bondad! ¡El cartero, ese irremediable y odioso hombrecillo, no demuestra tener remordimientos de ser una pieza más en este sistema mercantilista!... Mi perro y yo lo hemos castigado: El Raco no lo deja acercarse a la reja del antejardín y yo no le recibo las cartas personalmente. He pensado en matarlo pero no valdría la pena tanto esfuerzo, pues al otro día llegaría otro de esos legionarios a reemplazarlo en su enconada labor de perturbar la paz familiar y rebajar nuestra dignidad. Además, el cartero asesinado -diría sólo ajusticiado- se convertiría en héroe por dar su vida en cumplimiento del deber.

A modo de aproximación de aquellas cartas lejanas, aspiro el aroma de la flor del jazmín de Jujuy, que abraza la pierna del porche de nuestra casa en este noviembre florido.




Vicente Corrotea
Al lado el jazmín mencionado