Como un ánima tranquila y humilde -de esas que cuidan las flores de los jardines y el sueño de las semillas- llegó un frío día de invierno. Vestía traje de peregrina y con aromas de viento cordillerano. A nueva casa llegaba y pensamos en un nombre para ella pero se optó por el que ya tenía desde hacía tres años: Kiki, y así siguió llamándose.
En su anterior hogar quedaba sola cada mañana al salir todos sus moradores. Alguien se encargaba de dejarle agua y comida con un "hasta la noche, Kiki". Pero el trabajo de cada uno y el de la casa al volver es que la perrita pasaba desapercibida al regreso de sus dueños. Ella sospechaba que no era tan importante como esos otros perritos que salían de paseo cada tarde con sus amos. Pero, en fin, para ella ese era su pequeño mundo que aceptaba como perrita poodle.
De cómo llegó a nuestra casa es algo que ella no quiere que se divulgue, por lo menos por ahora. Sólo diré que la trajo mi hijo un 16 de Julio. A los pocos días visitó a un doctor veterinario quien la encontró de buena salud y que se mantenía señorita. La otra obligada visita fue a la peluquería que, regidos por un ceremonial instituido desde ese día por mi mujer, fuimos a la peluquería donde hubo mayor rigor: Baño, limpieza y corte de uñas, estudio de estilo, etc. (Debo confesar que mi fondo natural que conservo se resiste a la cultura de la apariencia y no me adhiero a los cambios a que son sometidas las mascotas). Después de discutir pompones, cortes y demases, dejamos a nuestra pequeña sujeta por unos humillantes arneses. Nos mira marcharnos. "¿Tan pronto me reciben, tan pronto me abandonan?", pareció que nos decía.
Cuando volvemos a la peluquería salimos con prisa y emoción. Nos miramos y reímos y concluimos que no era para tanto, que era sólo nuestra perrita. Pero no encontramos a Kiki. Miro a la experta que sonríe con algo de mefistofélica y la suelta, entre varios canes de distintas razas, feliz de vernos. Apareció una perrita glácil y elegante, envuelta apenas en su pudor, orejas de nubes, colita terminada en un pompón. Echaba de menos su abrigo de piel de oveja de la Patagonia.
Tengo un motivo más para apurar mi paso de vuelta a casa. Es la Kiki. Como ha pasado el tiempo ella se convirtió en una dama apreciada por hermosos canes, pero había aprendido que el amor es algo serio y responsable y los piropos que escuchaba desde las casas, por donde pasábamos en nuestro paseo diario, no eran atendidos. Un día llegamos cerca de mi peluquería decidiendo solicitar hora de atención personalmente y no por teléfono. Allí el Gaspy (Gaspar) su perrito y la Kiki se conocieron y se amaron, de tal forma que el matrimonio peluquero y nosotros tuvimos una reunión y nos pusimos de acuerdo en el que los afectos fructificaran en una próxima época de celos como Dios manda.
Así nacieron tres perritos: Un filósofo, un romántico y una loca. Como siempre he querido serlo nos quedamos con la Isa (Isadora) la loca más divertida, la que me cuenta todo lo que ha pasado en casa, bueno, a su manera.
De la Isa escribiré otro día. Trataré de hacer un trabajo serio o
moriré de la risa.
Vicente Corrotea
Hola buenos días que lindas y que carita de buena tiene mejor la tengáis vosotros que sabéis cuidarla yo también tengo dos perritas pequeñas y lindas son unas mas de la familia así se tiene a un mascota bien cuidada que ella nos regala caricias a montones y me ha gustado tu entrada feliz mañana saluditoss
ResponderEliminarCasi desconocemos la palabra `mascota`. Los perritos en casa siempre han sido familia como los tuyos y los míos.
EliminarAbrazos.
Hola, buenos días. Me encantan las mascotas, desde pequeña he tenido siempre y después de casada y con niños también.
ResponderEliminarBueno, Vicente, iré poniéndome al corriente en tu blog, espero estar por acá mucho tiempo.
Saludos desde Sevilla.
Soy amante de mi país: Sencillo, solidario en los sismos, pudiéramos ser mejores pero es los que hay. Fuera de Chile amo a España. Sé que es difícil que le visite por que he coleccionado (no lo vas a creer) unos 600 vídeos de la España antigua e histórica, de la turística y de cómo vive la gente. Esto gracias a you tube. Adelante va Sevilla.
EliminarAbrazos.
Una bonita historia que afortunadamente para la perrita salio bien.
ResponderEliminarUn abrazo desde Blanes, Vicente.
Me ocupé de saber un poco de Blanes, Jordi. Ojalá que la vivencia de lo que ustedes llaman comunidad llegue para hacer más felices a los catalanes.
EliminarTus fotografías y las tus amigos son muy buenas.
Un abrazo desde Santiago de Chile.
Me gustan los perros, no se si tan finos...no tengo por ahora un animal
ResponderEliminarpero me siguen unos vagos por comida se hacen los graciosos y guardianes de mi casa, definitivamente un can es un animal
que nos da mucho amor y compañía..
gracias.
Saludo hasta los perros vagos, a veces con una caricia por su cabeza. Necesitan agua y comida y cariños.
EliminarDebes estar con lluvias y frío en el sur. Debes cuidarte.
Abrazos.
Nos traes una historia conmovedora y a la vez divertida Vicente, estoy deseando de conocer que te cuenta la Loca.
ResponderEliminarUn abrazo de Espíritu sin Nombre.
Me falta adiestrarme un poco más en el lenguaje canino. Sería esperable ya que olvidé el latín.
EliminarTus paseos son inolvidables.
Abrazos.
Bella Kiki, bella historia canina.
ResponderEliminarGracias por compartir Vicente.
Abrazos.
Bella historia de Kiki como mucho más bello es tu blog. Lo digo de verdad.
EliminarAbrazos.
Con todas sus imperfecciones, las mascotas, estimado Vicente, suelen darnos lecciones de vida y de sano amor.
ResponderEliminarTienes razón, Esteban, aunque sostengo que nosotros los humanos somos menos perfectos que los perritos. Las noticias lo dicen y hacen sentir vergüenza. También somos un país corrupto.
EliminarAbrazos.
Me ha gustado tu historia es bella.Que interesante que no quieras vivir en otro lado que tu tierra. A mi me hizo mucho bien dejar la Argentina
ResponderEliminarAprendi a querer a otro pais casi como el mío.Un abrazo inmenso de aqui aChile
me encantan tus escritos
cuando escribis avisame