Casi al final de la calle
la luz de una ventana viste al jardín
y a la noche recién llegada.
Mientras los aromas de la cocina
acucian las sutilezas de mi olfato
escucho el canturreo de una mujer
que sale a recoger perejil,
tal vez tomillo,
encontrándose sorprendidas
nuestras miradas.
Un poco sonriendo le digo:
"Busco un lugar donde terminar mi cuento".
Ella me mira y no dice nada
permitiendo que su puerta hable
dejándola entornada.
Vicente Corrotea
Fotografía tomada de Google
la luz de una ventana viste al jardín
y a la noche recién llegada.
Mientras los aromas de la cocina
acucian las sutilezas de mi olfato
escucho el canturreo de una mujer
que sale a recoger perejil,
tal vez tomillo,
encontrándose sorprendidas
nuestras miradas.
Un poco sonriendo le digo:
"Busco un lugar donde terminar mi cuento".
Ella me mira y no dice nada
permitiendo que su puerta hable
dejándola entornada.
Vicente Corrotea
Fotografía tomada de Google
Un encuentro espontáneo pero prometedor.Esas miradas cruzadas pueden derribar barreras.
ResponderEliminarMe encantó tu entrada Vicente.
Un abrazo
Tú lo dices, Joaquín, las miradas derriban barreras que nuestra indiferencia ha ido levantado.
EliminarAbrazos.
Me gustó como plasmaste la fuerza de lo sugerente.
ResponderEliminarUn abrazo
A veces sugerir es un arte noble y concertado.
EliminarHasta pronto.
Te facilitó la entrada a tu final. Lo terminaste?
ResponderEliminarSaludos,Vicente.
¿Te refieres al cuento? ¡Oh, sí!
EliminarAbrazos, Jordi.
Muy bueno el diálogo de Uds dos....
Eliminarme encantó el texto
Los finales abiertos siempre dejan mucho espacio a la imaginación.
ResponderEliminarSaludos,
O a seguir escribiendo una segunda parte.
EliminarPero dejémoslo hasta aquí.
Que tengas buenos viajes.
Un cuento corto que da espacio a la imaginación fácil y larga.
ResponderEliminarExcelente, Vicente.
Dicen que los chilenos poseemos demasiada imaginación, en los apodos, frases con doble sentido, etc. A casi todo le ponemos un sobrenombre. Tu periodismo te ha permitido recrear la imaginación, sin dudas.
EliminarAbrazos, Esteban.
Me encantaria que la vida fuera asi de pueblo ...
ResponderEliminarMi vida de Miami...No me da la oportunidad de dejar la puerta abierta cualquier mafioso podría entrar jajaj y el cuento se acabaría en los periodicos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarNo, por favor. ¿Qué sería de nosotros sin ti? Debes poner una chapa más fuerte en tu puerta.
EliminarAdiós, reina.