Salí a una plazuela para seguir leyendo un libro. Uno de tantos, igual que tú y que otros pero que vamos siendo menos -dicen- los que leemos y menos aún los que los compramos.
Ahí estaba. Tenía unos cuantos. Los guardaba y los usaba uno por uno, y su disponibilidad era tan común que no la apreciaba, tal como a una tacita con la cual nos servimos un cariñoso café y que luego lavamos y guardamos y, claro, como si nada.
Voló como una mariposa sobre los crisantemos de otoño, provocándome una desazón que casi no controlo, pero al fin ya estaba en mi mano de nuevo: Era un separador de páginas de libro, muriéndose de risa por mi esfuerzo. Uno de esos implementos que hasta puedo compararlo con el andamio de un edificio al que ayuda a terminar de construirse y, después, puedo observarlo y penetrar por sus habitaciones. Porque efectivamente un libro se termina de hacer cuando uno lo lee, después que un escritor o escritora vive la gozosa experiencia de redactar una obra para nosotros, y nos ayudamos por ese humilde brazo tan antiguo y hermoso que hace más tranquila y agradable nuestra lectura.
El libro que estoy leyendo me espera inquieto que vaya de paseo. Entonces pongo otro separador afirmado a la primera hoja, pues no deseo que el primero se vuelva mariposa y vuele atravesando algún cerco y lo pierda.
Vicente Corrotea
Hay separadores que se unen a un clip y este es fácil colocarlo en las hojas y no saldrá huyendo cual pájaro al desbando...
ResponderEliminarayer me regalaron uno...como que me invita a leer libro que guardo y otros que tengo a medias...aunque leo en red nunca es lo mismo...
estés muy bien.
Creo que un libro merece el cariño de un separador. Es bonito ser tres amigos por un tiempo que se miran y se tocan.
EliminarAbrazos, Meulen.
Peor que eso, Vicente, es cuando estás leyendo y te quedas dormido. Se te cae el libro y al volver a tus manos tratas de resolver donde habías quedado.
ResponderEliminarPara mí el susto que paso con el libro al caer es grande, por eso lo he evitado en los últimos años.
EliminarHasta pronto, Esteban.
Jeeeeeee... algunas veces me pasó lo que nos dice el amigo Esteban. Lo de encontrar por dónde iba, es menor, lo que llevo mal es si aparece cierto deteriodo en el libro por quedarme "sopa".
ResponderEliminarTengo una mini-colección de separadores.
Saludos.
Cómo se siente ese deterioro más cuando es un libro favorito. Acabo de adquirir un Quijote, última edición, porque del anterior no diré nada.
EliminarQue estés muy bien.
Me ha encantado. Le diste alma al separador de muy bonita e ingeniosa manera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Se está diciendo que debemos amar esas cosas materiales que están más cerca de uno. Nuestros separadores bien se lo merecen.
EliminarAbrazos.
Yo uso por separadores unos dibujitos que, en cartulina, hizo mi hija menor por allá cuando tenía siete años.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por supuesto no te voy a rebatir el uso de esos dibujos de tu hija pero yo los tendría en un cuadro para mirarlo cuando quisiera.
ResponderEliminarAbrazos, amigo.
"Porque efectivamente un libro se termina de hacer cuando uno lo lee..."
ResponderEliminarLa lectura nos hace recorrer y conocer mundos mágicos donde los marcadores pueden ser mariposas.
Fue un agrado leerte.
Abrazos.