Mucho antes que pasara los 70 me hice una pregunta: ¿Cómo quiero vivir? ¿Qué quiero lograr? Claro, en primer lugar que ejerciendo una labor importante para mí (no para los otros) sintiera que me validan, que me aprecian, sentir, en fin, un grado de confianza hacia mi persona. Entonces, me dí cuenta que me asustaban el fracaso, la salida rápida, donde tú sales despedido sin mirar atrás, sin esperar el apretón de manos ni menos algún abrazo.
Algunos están convencido que "el mundo es y será una porquería", como dice un tango. En cierto modo hay que convenir que buena parte de los millones de habitantes de este planeta lo perciben como algo meramente estructural y racional. Nuestras relaciones están conformadas y dirigidas por intereses invisibles y muy poderosos para la mayoría. Las universidades entregan herramientas que, a su vez, se convierten en herramientas humanas de los grandes monopolios o poderes económicos y sociales. Las pocas líneas anteriores nos dicen que la estructura del mundo ignora que somos personas, y personas que buscamos ser felices. Bueno, sí a veces se acuerda pero sólo para vender sus productos navideños o los llamados servicios. Al contrario, se propagan ideas que alimentan la desunión de los pueblos y de las razas. Las mismas religiones, fundadas por grandes personas que dejaron mensajes de paz, cordialidad, ya no tienen la fuerza de otros tiempos, y otras viven en el encono que provoca muertes incluyendo a niños que debieron ser dichosos como nuestros hijos y nietos.
Cambiemos el tono. Pretendo descubrir con nuestros ojos y el corazón cómo estamos ahora en esa parte del mundo que es nuestro hogar, el centro de nuestra existencia.
Cambiemos el tono. Pretendo descubrir con nuestros ojos y el corazón cómo estamos ahora en esa parte del mundo que es nuestro hogar, el centro de nuestra existencia.
Tengo una pequeña historia familiar y, por lo tanto, muy sencilla: Mi mujer es una buena cocinera. De repente hace comidas diferentes dentro de las pautas previstas por su costumbre. Un buen día llegó nuestro hijo, también buen cocinero. "Mamá, echa primero ésto y lo otro después. Le puedes agregar esta fruta y te va a quedar más rico". Mi mujer, un poco herida pero obediente al consejo de mi hijo, descubrió que su receta hizo un giro simple pero que a ella y a nosotros nos sorprendió. Fácil lección: Nos puede hacer daño vivir con nuestras inalterables recetas para la vida y aconsejar a los hijos o educar a los nietos, creyendo que nuestras opiniones son lo mejor y lo único que vale. Te pregunto de nuevo: ¿Cómo pretendes vivir estos años? Por supuesto que no tengo una respuesta. Es algo muy personal que sólo con humildad y ternura por ti mismo pudieras lograr saberlo. Pero hay situaciones que son ciertas. Por ejemplo, y me entenderás, que hay que sacarse la careta, vivir de frente la realidad, mi realidad para mí y la tuya para ti. No jugar al mejor abuelo o abuela del mundo. Los nietos saben que eres "lindo" cuando pasas de largo tu siesta para jugar con ellos. Saca en cuenta de que todos somos distintos hasta en la familia y más en el vecindario donde puede haber una persona o varias de color. No exijas que el vecino o el amigo piense y actúe como tú porque la religión, la política y el fútbol son opciones personales. No existe el alma gemela y si existiera no habría diálogo, ni risas y aprendizaje. No digas que el hijo del vecino es un demonio y que sus padres no saben educarlo si tú no te sientes responsable de buscar la ocasión de conversar con el joven con algo de firmeza y con mucho afecto. Nos gustaría viajar y conocer el mundo, pero el mundo es nuestro barrio con el cual nos comunicamos, ofrecemos nuestra ayuda cuando es el caso, como también sabemos aceptarla.
Trata de elevar los sentimientos y las acciones de cuidado por los demás y por el planeta. A las mujeres y varones nos hace vernos más hermosos cuando portamos una sonrisa de gratitud y disposición. El sol parece inalterable pero nos cambia cada mañana la vida que llevamos.
Vicente Corrotea A.
Imagen tomada de la colección de Google
Vicente Corrotea A.
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