-¿En serio Vicente? ¿Será que tienes una pena y no has sabido tratarla? ¿O es una broma?.
Tontos. Claro, a la gente no le gusta que alguien sea diferente ni que piense distinto. A ese lo pueden creen peligroso, y con tres pasos más adelante podría ser un terrorista.
-Sería bueno que fueras al médico pues te ves nervioso. ¿Te duele algo tal vez? Algunas preocupaciones no nos dejan ver claro.
-El otro día vi a Vicente observando a los árboles y hablando con los perros. ¡Es cierto!
Miro hacia afuera del café. Me quedo porque hay en el grupo una amiga que me quiere mucho y que está tan incómoda como yo. Me sería fácil pararme e irme. Me doy cuenta que mis amigos no pretenden ofenderme ni menos crearme problemas. Pero han sido intolerantes en sus bromas. Creo que soy yo quien tiene un cierto control pues todo este barullo no es más que una mofa y son ellos los que empiezan a sentir molestias pero no terminan.
-Mira que afirmar que gusta más del otoño que la primavera es poseer una visión desacertada, mañosa. Es como desatender la belleza y el encanto de la primavera.
-Ya córtenla con Vicente (aparece mi amiga), que no ha hecho otra cosa que dar su propia opinión.
Eso había hecho, sólo dar mi opinión en una conversación entre amigos que se convirtió poco a poco en desagradable, aunque nadie se propuso molestarme de esa manera.
De verdad siento que el otoño se vive íntimamente, por dentro y mejor con aquellos que amamos. Es un tiempo de reflexión y de ir finiquitando esos asuntos todavía pendientes, tal como los árboles que se desprenden de sus hojas con las que han vivido un siclo completo y se preparan para otro. El otoño nos invita a soltar las rutinas, algunas ideas, sabores, paisajes, tal vez ciertos horarios, y la misma estabilidad que nos gusta a los mayores, aunque puede ser buena puede amarrarnos al suelo y al tiempo. La estación de las hojas y del viento puede ayudarnos a confiar en las transformaciones de la vida con profunda confianza.
Abrazar el otoño no significa que ignore a las otras estaciones, al contrario. Reconozco que la lenta danza anual las hace a todas, una por una, hermosas amigas que siempre brindarán alegría a nuestra alma. Pero, ojalá no se enfaden, sigo amando preferentemente el otoño.
Vicente Corrotea