domingo, 22 de octubre de 2017

RACO, NUESTRO PERRO

Hace 14 años que Raco, nuestro perro, es parte de mi familia. Desde que tuvo uso de razón, Raco prefirió vivir en el ante jardín, donde se pone una cama para que pueda pernoctar como lo merece. No puedo dejar de confesar que Raco y yo tenemos un destino parecido: Ambos estamos jubilados y ambos también seguimos trabajando. Es un fiel perro policial pero no lo ven así los demás pues opera encubierto, y lo amo así como es. Mi perro nunca sale a la calle salvo cuando llegamos en taxi trayendo la mercadería desde el supermercado. En esa ocasión, Raco da una vuelta de unos 4 a 5 minutos mientras entramos las cosas y se entra a esperar otra ida por las compras dentro de unos 10 días.



El conoce a sus congéneres del barrio. Cuando ladra una perrita que él no conoce ni de nombre le baja una tremenda melancolía y se pone a aullar como que si estuviese en una pradera o llanura o qué se yo, y salgo a consolarlo. Se ha puesto más regalón. Otro elemento que nos asemeja. Pero se porta irascible con las personas pobres. Le he enseñado educación cívica, ética e inclusión con mucha paciencia y le he mostrado que todos somos iguales. Bueno, Raco no es perfecto y yo tampoco (otro elemento de semejanza), pero un día o muchos días Raco estuvo a punto de llegar a serlo.



Raco saluda silenciosamente a mis vecinos y amigos. A todos. Sin embargo, hubo un residente de una villa cercana muy amable, que siempre que pasaba por mi calle nos saludaba cordialmente, se ofrecía para ayudar a otros pues se demostraba muy solidario. Pero mi perro -había que verlo- saltaba enfurecido sobre la reja ladrando contra Iván, cada vez que éste aparecía frente a nuestra casa y se iniciara una corta conversación. Siempre resultaba así: una muy corta conversación porque la palabra la tenía Raco. En esas ocasiones no sabía qué hacer. Pasaron varias semanas y tomé en cuenta que mi vecino Iván no pasaba por nuestra puerta, cuando un día entré a la panadería por pan y pasteles siento que alguien me dice muy discretamente: "Sabe de su amigo de la otra villa? Tuvo un juicio pues la daba malos tratos verbales a su señora, y la última vez fue físicamente. Todo terminó con la separación definitiva. ¿Se da cuenta usted? Todos lo creíamos un caballero responsable, amante de su familia y solidario con los demás. ¿Quién podría pensar que no era como todos los considerábamos?"



Al salir del local me quedé sentado un rato en un escaño de una pequeña plaza cercana. No pensaba en nada que no fuera la tragedia de una familia y la de un hombre con la misión de cuidarla y amarla, llegando, en cambio, a un fracaso y separación que afecta a todo el grupo familiar. Pero había otro factor que fui tomando en cuenta: ¿Ésto lo pudo saber el Raco? Mirados bien los acontecimientos es sólo un perro que se enfada ante una persona. Nada más. Sin embargo, me dí a pensar que quiso que yo supiera lo que pasaba e hiciera algo para evitarlo, y su desesperanza aumentaba sus ladridos que eran un aviso que no tomábamos en cuenta.


En la puerta del antejardín esperaba mi perro. Nos miramos y no sólo recibió un simple cariño sino que lo abracé llegando a la conclusión que no debía darle más vueltas a un asunto que debió haber sido sólo una eventualidad. ¿Cierto?  ¿O acaso mi perro tuvo la capacidad de oler la ruindad e hipocresía de un ser humano?.



Ingresé a casa taciturno, dispuesto a conversar con Lucía, mi mujer, y narrarle los recientes acontecimientos. "¿Y mis pasteles?" preguntó ella. Había llegado sólo con las marraquetas. Me devolví a buscarlos.



Vicente Corrotea

10 comentarios:

  1. Hola Vicente, me imagino que Raco intuía que Ivan no era buena persona.

    Un abrazo.

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  2. Debió haber sido de esa manera. Ahora se conoce que los perros -y los otros animales- no son tan brutos, sino seres que nos entienden más de lo que suponemos.
    Gracias por tu compañía.

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  3. Propongo Vicente que ofrezcan los servicios de Raco a nuestro sistema de justicia. A la luz de resoluciones de horas recientes, no me cabe duda que tu admirable perro tendría al menos mejor olfato.

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    1. Ja ja ja. Es cierto porque se consideraba un buen policía o investigador a quien tuviera un buen olfato.
      Un abrazo, Esteban.

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  4. Vaya este Raco es genial...estaba preparado para olfatear las negruras del ser humano, es su instinto lo que le hacia hacer eso...correrlo
    intuía el peligro...
    como se dice los animales ven lo que nuestros pobre ojos no vemos...
    Un gran guardián que hay que amar mucho.

    Pases buen fin de semana.

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    1. Raco tiene varias historias como otros perritos que lo han antecedido. Probablemente tengan méritos para ser contadas.
      También para ti un lindo fin de semana.

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  5. Nosotros tuvimos un perrito llamado "Kandú" (murió atropellado hace varios años). Este, al igual que tu Raco, le ladraba a algunas personas y a otras les movía la cola. Nuestra hija menor siempre decía: "Por algo será que hace lo que hace"... leyendo tu entrada he obtenido la respuesta.

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    1. Dicen que los perros huelen nuestro miedo cuando pasamos junto a ellos y nos amenazan; O nuestro cariño y confianza saludándonos con su cola. Tu hija tenía razón, Rafael.

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  6. En casa tenemos dos perros, macho y hembra, son de raza chihuahua, como el nombre de la ciudad donde vivo y de donde soy. Convivir con ellos es muy grato. Así que comprendo muy bien tú relación con Raco. Si se portan mejor que muchos humanos. Son adorables los canesitos.
    Otro abrazo.

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    1. La verdad es que la familia no termina con el Raco sino con Kiki e Isadora (le decimos Isa). Ambas son perritas poodle, madre e hija, y nos brindan momentos increíbles.
      Hasta pronto.

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Agradezco sinceramente tu comentario.