Jugaba todas las tardes en el parque. Era feliz y por cierto también lo era su abuelo. Su risa infantil se esparcía como notas musicales que vibraban en el alma de grandes y chicos.
Pero no van a llegar. Hoy no y mañana tampoco.
En el parque hay otro solitario: El columpio, ese que el abuelo reparó para su nieto. "¿Entonces, quién me va a hablar del sol del verano que acaricia las uvas o de la lluvia del invierno?". Su mundo se ha vuelto irreal. El tiempo "no anda como antes". Ayer hizo un dibujo de su abuelo "para que se mejore". No sabe cómo estar en este invierno pues es diferente a los anteriores.
Cierto, ha sido el más helado en muchos años.
Vicente Corrotea