Los vi en la avenida cercana a mi casa. Los he visto mil veces repartidos en muchos sitios cargando su hambre trasnochada y su corazón apretado de sumisión o de rabia reprimida. Por sus ojos descubro el maldito designio de seguir creyendo en las manos de hombres y mujeres que a ellos o a sus padres los dejaron abandonados en la calle, sobreviviendo a bocinazos, frenadas e insultos. Nadie sabe cuántos son atropellados esperando que otro automóvil le otorgue el golpe de gracia.
Eran orgullosos de su familia, en esa patria vasta en llanos y praderas. ¿Cómo hicieron pacto de obediencia con el humano utilitarista? ¿Cómo se fueron convirtiendo de lobos libres en sumisos perros sin territorio? Nunca intuyeron en una traición cuando, poco a poco, fueron abandonando sus frescas llanuras por estas plataformas ahora de cemento.
Para muchas almas sencillas y mayores que esperan aún un cambio en sus vidas, puede ser ésta la ocasión, pues los perros vagabundos esperan cuidar y amar a una familia que los acoja. Mientras tanto, anhelan la suerte de un trozo alimenticio entre sus dientes de escasa labor o, por lo menos, disfrutar de una caricia de esas que se resisten a olvidar.
Vicente Corrotea
Foto tomada de Google
Eran orgullosos de su familia, en esa patria vasta en llanos y praderas. ¿Cómo hicieron pacto de obediencia con el humano utilitarista? ¿Cómo se fueron convirtiendo de lobos libres en sumisos perros sin territorio? Nunca intuyeron en una traición cuando, poco a poco, fueron abandonando sus frescas llanuras por estas plataformas ahora de cemento.
Para muchas almas sencillas y mayores que esperan aún un cambio en sus vidas, puede ser ésta la ocasión, pues los perros vagabundos esperan cuidar y amar a una familia que los acoja. Mientras tanto, anhelan la suerte de un trozo alimenticio entre sus dientes de escasa labor o, por lo menos, disfrutar de una caricia de esas que se resisten a olvidar.
Vicente Corrotea
Foto tomada de Google