Te nutres de mis frutos otoñales,
ella cuida mis raíces y mis brotes.
Eres río que baja incontenible,
ella el mar de vasto horizonte.
Eres pasajera de nubes y volcanes,
somos mutuo destino de mil jornadas.
Contigo el placer, el sol y la sangre,
la certeza del momento,
la codicia del abrazo.
Ella el escudo en la desconfianza,
la puerta accesible,
las manos que elaboran el pan,
el verbo sabio y calmado.
Será el llanto cuando yo muera
o la soledad cuando se vaya.
Vicente Corrotea
ella cuida mis raíces y mis brotes.
Eres río que baja incontenible,
ella el mar de vasto horizonte.
Eres pasajera de nubes y volcanes,
somos mutuo destino de mil jornadas.
Contigo el placer, el sol y la sangre,
la certeza del momento,
la codicia del abrazo.
Ella el escudo en la desconfianza,
la puerta accesible,
las manos que elaboran el pan,
el verbo sabio y calmado.
Será el llanto cuando yo muera
o la soledad cuando se vaya.
Vicente Corrotea