Me gusta volver a mi casa
con el ladrido de mi perro
anunciando mi llegada.
Nace la plática de las circunstancias:
que el hijo armó los muebles nuevos,
que mi mujer se encontró con Clementina,
que la gardenia ha reverdecido,
los consumos del hogar están pagados
y que no he terminado de leer ese libro
que me embriaga de emociones.
y que no he terminado de leer ese libro
que me embriaga de emociones.
Me gusta estar en mi casa
cuando el ave nívea vuela sobre la mesa
y se extiende orgullosa de sentirse necesaria
del conocido rito de ubicar cada cosa
sin que falte nada en la hora del sustento.
La vida nos ha ofrecido
más de lo indispensable,
resguardando el don del agradecimiento
en el aposento secreto del corazón.
Vicente Corrotea
en el aposento secreto del corazón.
Vicente Corrotea