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miércoles, 1 de mayo de 2019

ESTÁS MUY GASTADO

Entró el otoño hace unas semanas -Estoy escribiendo desde el fondo del hemisferio sur- Empieza el frío por las mañanas por lo que he comenzado con el cambio de las ropas, pantuflas, y bajando las estufas para disponerlas mejor. Es un trabajo agradable pues me gusta el orden y disfruto de las pequeñas modificaciones en el hogar. Y también la de las otras, cuando se debe usar la huincha de medir espacios y necesidades como adquirir un mueble que calce en un lugar y se vea bien y sirva fielmente. En eso estaba cuando saltó desde unas cajas gozoso a mis brazos. No dejaba de moverse. Estaba feliz. "Yo te cuidaré" me decía. "Lo pasaremos bien nuevamente. Te lo aseguro". Pero me daba pena. Hemos pasado tantas veladas juntos con uno de mis sweaters regalones que no he querido subestimarlo en los últimos otoños. "Es que estás casi raído y además, ahora, te falta un botón".


Realizo arreglos y otras composturas en casa, contrato a maestros que solucionen algunos. Me acuerdo de mi sweater y lo encuentro allí sobre el contenedor de basura, probablemente lamentando que las cosas buenas se acaben pronto. No me atrevo a darle muerte por asfixia menos aún que todavía mantiene ese color azul especial que tuvo siempre. Para mi mujer estas cuestiones son fáciles y rápidas. Por eso que la admiro y las admiro a todas de verdad. "Esta ropa vieja tiene que irse". Yo estaba mudo ante lo inevitable. Cuando vuelvo al patio mi querido sweater ya no estaba.

Vicente Corrotea