Soy de los tiempos
cuando era fácil asombrarse
del viento inesperado
que tocaba cada puerta
y nadie se sentía amedrentado.
De lejos mi madre veía mi regreso
y de lejos saltaba dentro el corazón
y los libros a mi espalda.
Ah, los libros,
esos que se leían lentamente
hasta que el sol se despedía
y escribía el último verso
antes que la noche se impusiera.
Soy de los tiempos
cuando la paz caminaba por las calles
y los vecinos
se saludaban por sus nombres
y la última lluvia convertía los oscuros rincones
en hongos de silente existencia.
También amo estos tiempos
que la vida nos obsequia,
aunque el planeta gire vertiginoso los días
y a veces pasemos de largo
la preocupación de un vecino
manteniendo la sonrisa en la vieja máscara,
siendo fantasmas en la estación del Metro.
Si me siento solo y cansado
llamo a los recuerdos luminosos de antaño
cuando vivir era sencillo
y el paisaje una acuarela limpia y simple.
Así logro hacer festivo mi trayecto
y mi vida mejor compartida.
Vicente Corrotea